ACUARIO
Signo de Aire. Simboliza el genio de la humanidad, la visión profética del futuro, el contacto por la intuición con el mundo suprafísico. Acuario penetra en el tiempo y descubre su misterio. Da los inventos, las cosas nuevas, las novedades. Revoluciona todo por el poder de las ideas. Es Ahasvero, el judío errante que no encuentra reposo. Es el mensajero de las doctrinas nuevas. Un mundo de sensaciones y de sentimientos invaden al nativo de Acuario, haciéndolo soñador, visionario, alocado, que todo quiere transformar, renovar e implantar. Es el artista grotesco que pinta o esculpe cosas que sólo él comprende. Da vida por su arte a los seres astrales. Si es músico, expresa en singulares melodías, en extrañas cadencias, en exóticos ritmos, lo que ve, lo que oye y lo que siente en el mundo del más allá, adonde viaje con frecuencia en sus proyecciones astrales. En el amor no quiere frenos sociales. Y en religión es terriblemente desconcertante, porque su credo de tipo universalista no se adapta a la época. Su paisaje espiritual o es maravillosamente luminoso, o terriblemente confuso.
Su piedra preciosa, el zafiro, restablece la paz y la concordia.
PISCIS
Signo de Agua. Simboliza el sacrificio, la piedra de toque para evolucionar en lo espiritual. Es el servicio prestado a la familia, a la sociedad, a la patria o a la humanidad. Piscis da las pruebas duras, las lágrimas, los dolores, las vicisitudes. Por este signo pasa el alma para purificarse, para redimirse. Conecta con los lugares donde se sufre, donde se llora, donde el alma es estrujada como sucede en las cárceles u hospitales. Piscis es introspectivo; bucea en su mar interior sin permitir que nada suba a la superficie. Sabe callar, para él los secretos son sagrados. Ilumina al alma por la caridad y la compasión. El Hombre-Pez vive aislado en la profundidad de su océano emocional, mental y psíquico. Piscis cierra el cielo de múltiples y variadas experiencias del Zodiaco que en su incesante girar, pule y talla la piedra preciosa del alma. Es Neptuno, el Dios del Océano y, por analogía, también el Dios del Océano del firmamento que rodea el sistema solar. Pero ambos, terrestre y celeste, son inescrutables, misteriosos, desconcertantes.
En el organismo humano rige los centros de los nervios. Piscis, por el conjuro maravilloso de la música, transporta al hombre a los mundos encantados del sonido, en donde las vibraciones generan luz y colores y tonalidades preciosas, indescriptibles.
Su piedra preciosa, la perla, sensible en extremo, provoca lágrimas, penas, pero también desarrolla las facultades psíquicas. El crisolito, otra piedra que le corresponde, da poderío mundial.
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