Venus, diosa frívola y sensual, enfadada por tener de marido a un cojo sucio y bruto, no se caracterizó precisamente por su fidelidad. Ella fue alegrada por muchos dioses que la hicieron olvidar sus penas: Marte, Mercurio, Poseidón, etc.
Cupido o el Amor, hijo de Venus, es bien conocido por su maligno arte de lanzar los dardos de la pasión a los hombres.
Uno de los más famosos episodios en los que intervino Venus fue el del “juicio de Paris” o “la manzana de la discordia”.
Esto aconteció cuando las más grandes diosas del Olimpo (Juno y Atenea), celosas de Afrodita, quisieron quitarle el premio de la más hermosa en unas bodas a las que asistían todas ellas.
Ante todos los dioses que se encontraban en la fiesta, Eride, enfadada por no haber sido invitada, tiró al centro de la sala una manzana de oro con esta frase inscrita: “para la más hermosa”. Como las tres diosas decían que la manzana era suya, Zeus ordenó que fuera un mortal, Paris, quien decidiera.
Una tras otra, las tres diosas trataron de chantajearle: Juno le prometió el gobierno de toda Asia, Atenea le aseguró la victoria en todos los combates y, Afrodita, se limitó a soltar los broches de su cinturón y mostrar la divina belleza de su cuerpo, a la vez que prometía a Paris el amor de la más bella mortal, Helena. Paris adjudicó la manzana a Afrodita.
A la popular diosa del amor se le representa a veces sentada en un carro tirado por palomos, cisnes o pájaros con una corona de rosas y mirto circundando sus cabellos.
Ella tiene un temperamento vivaz, necesita el aire, el movimiento y el ejercicio. Sus poderes son variados: favorece el amor de los esposos, la fecundidad, las uniones ilegítimas, los placeres y, a veces, los excesos y los vicios.
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