Urano es la representación del cielo que, en esoterismo, es un estado mental y no un lugar físico. Y a ese reino se llega mediante la intuición y el pensamiento superior. Este dios es el esposo de Gea, la Tierra, que en la enseñanza tradicional representa no sólo a la Tierra como planeta, sino también como lugar de experiencias en la trayectoria de la evolución de la conciencia humana. Urano y Gea procrearon generaciones monstruosas: los Cíclopes, los seis Titanes, las seis Titánidas y los tres gigantes Hecatónquiros.
En este hecho procreador se representan las fuerzas repentinas que el uraniano inmaduro pone en acción y luego no sabe controlar (“cría cuervos y te sacarán los ojos”). Pero no todos los hijos de esta divina pareja fueron monstruos, pues ellos tuvieron a Océano, representado por un río que abraza la Tierra y no desemboca en ninguna parte, sino que regresa a sus propias fuentes. El es el padre de todos los ríos, de todos los mares y de los más remotos manantiales.
El océano está representado también como un venerable anciano recostado en las aguas, coronado por algas marinas y con una lanza o una urna en la mano. Así pues, el supermental Urano, cuando está equilibrado, sabe captar el elemento agua que, en esoterismo, simboliza el sentimiento.
De este modo, quedarían combinadas perfectamente la capacidad mental y la sensibilidad emocional, aunque no cabe duda que, en lo que al agua se refiere, es Neptuno o Poseidón el que lleva el asunto hasta sus últimas consecuencias.
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