La Luna del hombre en cuadratura con Saturno de la mujer.
Aquí, el hombre puede representar un papel similar al jugado por su madre cuando intentaba alcanzar reconocimiento de su padre. La mujer, por su parte, experimenta tensión procedente de la influencia paterna, e inconscientemente puede representar un papel similar al de su padre cuando intentaba en vano imprimir algún tipo de dignidad social sobre su madre. Esta relación contiene elementos pasados de temor, servidumbre y la continuación de la tensión kármica procedente de generaciones pasadas.
La Luna de la mujer en cuadratura con Saturno del hombre
Aquí, cada individuo representa un papel paternal. En esta relación entran en conflicto una extensión de cada familia y los valores familiares. Por razones kármicas, el hombre intenta dominar a su compañera de una forma tradicional. La mujer se siente bloqueada porque el hombre no se muestra realmente receptivo a sus respuestas emocionales. Cuanto más reprima ella sus sentimientos, tanto más tendrá la impresión el hombre de que su dominio sobre ella es válido. Para que esta relación continúe tiene que producirse una nueva apreciación de los valores personales.
La Luna del hombre en cuadratura con Urano de la mujer.
La posesividad del hombre se ve aumentada porque se siente inconscientemente celoso de las antojadizas «actitudes femeninas» que frustran constantemente su necesidad de seguridad emocional. El hombre se siente amenazado por una impresión universal de libertad expresada por su compañera, y puede preguntarse por qué no puede estar de acuerdo con las actitudes más liberales de ella. En realidad, ella trata de liberarse de su propia madre, y se rebela contra su compañero cuando éste busca una actitud maternal. Se trata de un aspecto muy pobre para una relación duradera.
La Luna de la mujer en cuadratura con Urano del hombre.
La mujer experimenta aquí frustración emocional, ya que el hombre depende de ella en cuanto a seguridad, al tiempo que trata de mantenerse libre de todo lazo emocional, llegando a verla como su madre simbólica, y concibiendo la relación como el desafío que debe superar para afirmar su propia individualidad, al tiempo que se esfuerza por cortar el cordón umbilical inconsciente. A ella le parece una persona excitante, estimulante y única, pero no puede considerarle nunca como algo propio, pues una parte del atractivo del hombre procede de los poco prácticos vuelos de la fantasía y de las cambiantes curiosidades que le liberan permanentemente del compromiso emocional.
Se trata de un aspecto extremadamente difícil sobre el que construir una relación duradera.
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