El Sol y la Luna administran los cielos y todos los cuerpos que estar debajo del cielo. El sol gobierna todas las fuerzas elementales, y la luna por la virtud del sol, gobierna la generación, el crecimiento y el decrecimiento. El Sol da luz a todas las cosas con sus propias reservas, y efectúa una copiosa distribución no sólo en el cielo y el aire sino también sobre la tierra, y en lo más profundo del abismo.
Todo lo bueno que tenemos proviene del sol, o inmediatamente de él solo, o de él mis mo por mediación de otros cuerpos celestes. Heráclito lo llama fuente de la luz celeste, y muchos platónicos dijeron que el alma del mundo estaba principalmente en el sol, ya que aquélla llena todo el globo del sol, expande sus rayos por todos lados, como un espíritu que ella envía a todas la: cosas, distribuyendo la vida, el sentimiento y el movimiento en el universo.
Por ello, los antiguos naturalistas llamaron al sol el corazón del cielo; y los caldeos lo ubicaron en medio de los planetas. Los egipcios también lo ubicaron en medio del mundo, como entre los dos quinarios del mundo; es decir, pusieron cinco planetas encima del sol, y debajo de éste, a la luna y los cuatro elementos.
Este mismo sol preside como un rey en medio de los demás planetas, superándolos a todos en luz, tamaño belleza; iluminándolos a todos, distribuyéndoles la fuerza para dispone todas las cosas inferiores; regulando sus cursos, de manera que sus movimientos se cumplan de día o de noche, hacia Mediodía o Septentrión, hacia Oriente u Occidente, directos o retrógrados.
Y así como el sol disipa con su luz las tinieblas de la noche, de igual modo disipa a todos los poderes de las tinieblas. Al dominar, pues, el sol la región media del mundo y ser como el corazón del universo entre todas las cosas animadas, de igual manera preside en el cielo y el mundo, dominando el imperio sobre el universo mismo y las cosas contenidas en él, gobernando y regulando el tiempo, creando los días y los años, el frío y el calor, y las demás cualidades de las estaciones; y como dice Ptolomeo, al llegar al sitio de una estrella, imprime movimiento a la fuerza que aquella tiene en el aire: por ejemplo, con Marte prodiga calor; con Saturno, frío, y gobierna el espíritu y el valor del hombre.
Por ello Homero dice, y lo confirma Aristóteles, que los movimientos del espíritu del hombre son tales que el sol, rey y morador de los planetas, los imprime cada día.
Deja una respuesta