Mercurio aspiró a mayores triunfos, recorriendo las grandes ciudades y mostrándose hábil en los lugares públicos con las facultades de la elocuencia y la disertación. Por ello los oradores y los retóricos se pusieron bajo su protección. No tardó en ser adorado por los comerciantes y mercaderes. Hay que hacer notar que las palabras mercader, mercancía, mercantil, etc., derivan de Mercurio.
Mercurio maduró y se ganó la confianza de Júpiter, quien le llamó de nuevo a la corte celestial, nombrándole mensajero de los dioses. Allí es el más ocupado de los dioses y bien felicitado por los demás.
El realiza los encargos de los demás miembros del Olimpo, dando recados y realizando negociaciones públicas, secretas, serias o frívolas, haciendo prácticamente de todo: espía, embajador, etc. Es el pluriempleado o el atareado. Se puede decir que está continuamente en aventuras, siempre a las órdenes de los dioses.
Cuando Io, víctima de los celos de Juno o Hera (esposa de Júpiter), fue convertida por ésta en oveja y entregada a Argos, Hermes, mandado por Zeus, durmió al monstruo tocando la flauta, cerrándole así sus cien ojos y luego le mató.
Libertó a Marte de la prisión en que le habían encerrado los Gigantes, usando para ello el casco de Hades, que hacía invisible a quien lo llevaba.
Dio a Nefele el carnero llamado vellocino de oro, que salvó a sus hijos Friso y Hele. Entregó a Ulises la rama de moli, planta mágica que salvó al héroe de los hechizos de Circe.
Guió a Hércules a los infiernos y lo vendió a Onfala.
Salvó a Dionisios, recién nacido, de la persecución de Juno.
Acompañó a Juno, Afrodita y Atenea al monte Ida, donde se iba a celebrar el juicio de Paris.
Encadenó a Prometeo en el monte Cáucaso, condujo a Baco hasta donde estaban las ninfas de Nisa, acompañó a Plutón cuando éste raptó a Proserpina, etc, etc.
Hermes inventó el arte de encender fuego frotando dos maderos.
Los filósofos consideraban a Hermes el creador del lenguaje y la expresión viva del pensamiento divino y humano.
En tiempos de Platón se le relacionaba con la divinidad egipcia Thot o, lo que es lo mismo, Hermes Trimegisto, las tres Grandes Escuelas Esotéricas. Se representa a Mercurio como un hombre de eterna juventud (física y mental). Su gorro, su caduceo y sus talones están provistos de alas. En su mano derecha empuña el caduceo y en la izquierda tiene una bolsa con dinero.
En los caminos de gran tránsito había estatuas de Mercurio para señalar a los viajeros el camino correcto y, también en las encrucijadas de varias vías, con tantas caras como caminos convergían allí.
No cabe duda de que Mercurio es una encrucijada, pues pretende abarcar mucho con su mente y no es raro que se arme un lío con tantas ideas mezcladas. Si es fuerte y suficientemente inteligente, sale del laberinto y, si no, se hace complejo, imprevisible en sus reacciones y nervioso.
Para finalizar, digamos que Mercurio también es el encargado de conducir a las almas, después de la muerte física, hasta el reino de Hades sin que equivoquen el camino. Esto simboliza la faceta más hermética del planeta.
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